Bulling,o el acoso .El nuevo término los peligros de ignorarlo

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Al igual que la violencia doméstica, el acoso escolar ha dejado de ser aceptado como una consecuencia del crecimiento, como un fenómeno normal. Hoy día es tipificado como una conducta antisocial, que no debe ser tolerada y menos aún ignorada, por la sencilla razón de que el precio de la ignorancia es demasiado alto. Como lo fue, por ejemplo, para la familia de Hamed Nastih, joven de 14 años que se suicidó en el año 2000, saltando de un puente en Canadá. Este joven escribió una carta antes de morir detallando los tormentos que había sufrido en el colegio; entre los términos peyorativos que le aplicaron estaban: “cuatro ojos”, “narizón” y otros que atacaban su integridad sexual. En 2004, en España, Jokin, también de 14 años, se quitó la vida después de padecer durante un año el maltrato físico y psicológico de sus compañeros. Un precio muy alto como lo fue también, sin duda, para los familiares de los jóvenes involucrados en la tragedia de Columbine.

Desde nuestra perspectiva como padres y maestros, estos casos extremos nos obligan a abrir los ojos a situaciones que están ocurriendo bajo nuestras propias narices pero que a veces vuelan debajo de la línea del radar. El doctor Dan Olweus de Noruega, quien es el pionero en la creación de programas de prevención de la violencia escolar, acoso, hostigamiento o ‘bullying’, explica que una persona es victimizada cuando es expuesta repetidamente a acciones negativas provenientes de otras personas. Podemos, a partir de allí, definir la violencia escolar o acoso como toda aquella acción de un estudiante que produzca dolor a otro estudiante. Para que podamos distinguir entre un acto de acoso y una pelea normal por una pelota en el recreo, debe existir en el acoso un desbalance en la relación y una deliberada intención de hacer mal. Sin embargo, la variable común que subyace a cualquier acto de violencia es el marcar la diferencia entre “ellos’ y “nosotros”.

La única chica en el equipo de fútbol o el único chico en la clase de baile, el que usa frenillos o lentes o es muy alto o muy bajo o muy gordo, cualquiera de ellos que sea percibido como diferente puede ser víctima de violencia porque los prejuicios y la intolerancia le preparan el terreno. Pero tal vez el término que mejor describe al acoso es ‘bullying’, derivado de ‘bull’ (toro en inglés), porque le da una dimensión gráfica a la forma como algunos jóvenes andan por la vida: embistiendo o agrediendo al que les pase por enfrente. Para los franceses un ‘bully’ es un ‘brute ‘y un ‘despote’. En alemán es un ‘tyran’.

El acoso escolar es un fenómeno social de muy vieja data que al igual que la violencia doméstica fue ignorado o asumido como normal. Se consideraba como un ritual de crecimiento que hacía que el carácter se fortaleciera al aguantar el abuso. En ambos fenómenos sociales cada día se incorporan nuevos elementos de conocimiento para prevenirlos, pero lo más importante para combatirlos es el repudio social. Sabemos que en Estados Unidos cada día más de 160 mil niños dejan de ir al colegio por miedo al acoso. También sabemos de las consecuencias físicas del acoso, padecimientos como dolores de cabeza, estómago y problemas en la espalda, y de las académicas como el ausentismo, la deserción y la baja en el rendimiento escolar. Así que por ahora los invito a preguntarles a sus hijos, sobrinos o amigos, acerca de lo que les está pasando en las escuelas. A lo mejor se sorprenden. A lo mejor deciden unirse a esta lucha.

Fuente: http://www.esteticaysalud.com.ve