Zonas erógenas

Nuestra piel está repleta de terminaciones nerviosas que pueden estimularse para alcanzar diferentes sensaciones de placer. Algunas áreas, denominadas “zonas erógenas”, poseen una sensibilidad especial y una gran potencialidad para la activación sexual. Precisamente, la etimología del vocablo “erógeno” remite a la idea de “generar” o “activar” el amor y el erotismo. El conocimiento y dominio de esta áreas permite intensificar la experiencia sexual, empleando todas las modalidades posibles del sentido del tacto, desde el roce y la caricia hasta el masaje o el beso.

Aunque suele considerarse a los órganos genitales como el centro erógeno del cuerpo, existen áreas no sexuales cuyo estímulo, por motivos físicos y psicológicos, puede producir placer. Con la ayuda de la imaginación cualquier parte del cuerpo se transforma en una fuente especial de placer sensual, si bien existen ciertas áreas que, por sus características anatómicas, suelen responder con mayor intensidad a la estimulación.

Cuello: La delicada sensibilidad de la zona del cuello, nuca y hombros hace que los estímulos más suaves (incluso un soplido) puedan provocar escalofríos placenteros, llegando a erizarse la piel.

Cuero cabelludo: Los masajes en esta región son sumamente relajantes y estimulantes, y por ello son recomendables para preparar y culminar el acto sexual. Los masajes circulares en la frente y las sienes son ideales para aliviar tensiones.

Labios: La boca es uno de los primeros órganos para iniciar los juegos sexuales más excitantes. Con los labios y lengua no sólo pueden alcanzarse sensaciones placenteras, sino también brindar estímulo a otras zonas de la pareja.

Ojos: En los párpados confluye gran cantidad de nervios, lo que los convierte en una privilegiada zona de estimulación. Besar los párpados de tu pareja, además, es una muestra de afecto y confianza.

Oídos: Los susurros, lamidas, mordidas o caricias en todas las partes de la oreja pueden ser una fuente inagotable de excitación. Deben tratarse suavemente dada su enorme delicadeza.

Pecho: Tanto en mujeres como hombres, el área pectoral presenta una sensibilidad particular. En el pezón y la areola se concentra un gran cúmulo de terminaciones nerviosas, que pueden excitarse fácilmente con apenas y soplido o roce.

Ano: Además de la gran erogeneidad de las nalgas, la zona comprendida entre los genitales y el ano es una ilimitada –y muchas veces inexplorada- zona de placer, sobre todo para el hombre, dadas la terminales nerviosas que allí se concentran. Lo mismo ocurre en el ano, de intensa sensibilidad en hombres y mujeres.

Ingle: Su proximidad a los órganos genitales hace que la piel del interior de los muslos responda activamente ante el más ligero contacto, sobre todo en instancias ya avanzadas de excitación, a causa del fluir de la sangre acumulada.

Pies: La extrema sensibilidad de esta parte del cuerpo la convierte en un foco excepcional para caricias y masajes estimulantes, sobre todo si se realizan en la planta de los pies.

Es fundamental no olvidar que, en tanto ser único, cada persona posee un mapa erógeno singular. Para descubrirlo, es importante explorar y conocer el propio cuerpo en pos de descubrir todas sus posibilidades eróticas y acceder a mayores niveles de placer.

Fuente: blogsexologia.com

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